Para los que creían que eso de ponerse chalecos explosivos para llegar rapidito y sin escalas al Paraíso y las míticas 72 vírgenes era "privilegio" de los varones, Boko Haram viene imponiendo una nueva moda en su intento de crear el Califato en África. Resulta que sólo en el 2015 el grupo terrorista utilizó más mujeres suicidas que en toda la historia del terrorismo junta.

Y es que introducir mujeres terroristas en lugares públicos vigilados resulta mucho más sencillo, sobre todo en países islámicos donde muchas féminas portan la burka o niqab para disimular su tentadora figura femenina...y el chaleco explosivo. Amén de que las fuerzas de seguridad no catean a las féminas islámicas para no "manosear" su honor y tener que vérselas con maridos, padres o hermanos iracundos.

El fenómeno de las "mujeres explosivas" no es nuevo: las primeras mujeres que optaron detonarse por la causa del Islam se dieron allá en los 80s en Líbano. Posteriormente en Sri Lanka en los 90s varias mujeres se  sumaron a la causa del martirio y en Chechenia aparecieron las llamadas "viudas negras". En total se calcula que unas 46 mujeres se habían inmolado voluntariamente por causa del Islam antes del 2015.

Pero por lo general, los terroristas suelen ser varones, toda vez que el Corán ordena mantener a las mujeres, ancianos y niños al margen de los conflictos armados. Pero como dicen en mi harén, en la guerra y el amor todo vale (y más si la guerra es nombre de Dios) y hay una clara tendencia incluso entre grupos tradicionalmente reticentes a la participación femenina como Al-Qaeda e ISIS, a echar mano del "sexo débil"  para burlar cordones de seguridad y acceder a lugares como mezquitas y mercados, donde el daño puede ser enorme. 

Pero la "novedad" de Boko Haram es que no sólo se han pasado por el Arc de Triomphe la prohibición del Profeta de no involucrar niños y mujeres, sino también se han olvidado de la condena contra el infanticidio femenino que hizo Mahoma. Y es que tan sólo en 2015 el grupo terrorista utilizó a 53 "mujeres" -cuya edad rondaba entre los 9 y los 17 años- en ataques que dejaron 250 muertos y centenares de heridos en Nigeria, Níger y Camerún. 

¿Y que lleva -se estarán preguntando algunos- a estas niñas y adolescentes a querer ponerse un chaleco explosivo para matar en nombre del Islam? La respuesta es tan terrible como el acto mismo: para muchas adolescentes el martirio es la única solución para "lavar" el honor de su familia tras haber sido violadas.

Y lo peor: a ellas no las esperan 72 galanes de buen ver y mejor tocar en el Paraíso. No, ellas a lo máximo que aspiran es ser perdonadas por el pecado de haber "pervertido e incitado al mal" a sus violadores. Con esta "solución" todos quedan contentos: la suicida alcanza el perdón de sus pecados, la familia recupera la honra y los violadores tienen en su víctima quien pague eternamente por el crimen que ellos cometieron impunemente. De plano, como dice Arjona: ¡Ayúdalos Freud!